Como Shahrazād… para contar y contarnos

Desde hace unas semanas vivimos la experiencia del aislamiento en nuestros hogares. Los dìas tienen un ritmo nuevo. Espacio y tiempo toman, hoy, otro sentido, como el limbo hacia el que nunca nos hemos encaminado.

Quizàs si alguna vez hemos lambido esta suspensiòn, a lo mejor conocida, pero solo en episodios aislados, geogràficamente limitados; nunca han sido situaciones globalizadas como la actual.

Conocemos el Espacio y el Tiempo, entidades que se deslizan en la lìnea horizontal de cada historia humana; ellas son el cambio de las estaciones, de la vida que nace, muere y vuelve a nacer. Pueden ser percebidas como un conjunto, dispuestas en el eje en las que las leìmos apoyadas en las civilizaciones de los pueblos, las historias de los Paìses en los milenios.

Ahora todo fluye infinito e indeterminado entre el silencio del mundo que se ha parado, la tierra suspendida y la espera del renacimiento del ruìdo, lo que cuenta nuestro ser presencia que une las narraciones de cada uno en una red de abrazos, palabras, encuentros, quehaceres.

Podrìamos aprovechar este paso epocal, como ocasiòn de conversaciòn atenta entre nosnotras, el mundo y la eternidad, para transformar la asencia en sonido, percibido màs allà de nuestras ventanas, en una idea de silencio espacial, en el que hacer rodar nuestros cuerpos lentos, nuestras palabras anilladas en cuentos.

…Y una progresiòn casi prenatal- un paradòjico oxìmoron- en el que podemos hallar el diàlogo con el universo entero, volviendo a encontrar nuestras identidades.

Este epsacio quiere ser el lugar donde depositar nuestras voces en un rebote de cìrculos concèntricos. En un cuarto donde el arco iris siempre vuelve a nacer en cuanto nos escuchemos a través de la escritura.